Ecoteología. La opción por la tierra como lugar teológico

6 06 2012

ECOTEOLOGÍA: LA OPCIÓN POR LA TIERRA COMO LUGAR TEOLÓGICO[1]

Richard Acosta R.[2]

¿Tiene la teología la responsabilidad de pronunciarse y actuar ante los signos de muerte que atentan contra el planeta?

La crisis ecológica (Ver)

 

El imaginario heredado por el paradigma desarrollista, según el cual el progreso estaba determinado por la capacidad de explotación de los recursos de la tierra, entendiendo éstos como infinitos e ilimitados, ha sido cuestionado y relativizado por la crisis ecológica que atraviesa esta generación. En efecto, las alarmas ambientales han sido encendidas, y signos tangibles como el calentamiento global, el efecto invernadero, los cambios extremos del clima que vienen alterando significativamente el equilibrio del planeta fruto de los altos niveles de contaminación global, la extinción de miles especies, el descongelamiento de los polos y nevados, la escasez y carestía alimentarias, el hambre en las regiones más azotadas por la pobreza, hacen parte ahora de un amplio listado de reclamos que se levantan a los jefes de las naciones para que se frene este vertiginoso camino hacia la autodestrucción.

Sin embargo, a las consecuencias medioambientales, en gran medida irreversibles, debe sumarse toda una avalancha de políticas económicas gubernamentales que privilegian la ejecución de megaproyectos en detrimento del medio ambiente; las políticas de “desarrollo” no son políticas ambientales. En el Continente de la Esperanza priman megaproyectos como la minería, los hidrocarburos, el monopolio de semillas, los productos transgénicos, la concentración de tierras, la explotación de recursos a manos de empresas transnacionales, las concesiones, la exploración petrolera, los proyectos hidroeléctricos, y muchos más, que para su ejecución requieren del ejercicio de la deforestación y tala de bosques, la expropiación de tierras a indígenas y campesinos que degenera en movilidad humana y desplazamiento, la eliminación de fuentes de agua o humedales, el sacrificio del hábitat de especies, la irrupción en ambientes ecosistémicos.

La mentalidad ombligocéntrica de los hijos de la modernidad cegó a la humanidad ante el daño que se causaba a la “casa”, al oikos, al único lugar que puede habitar y que alberga las formas de vida conocidas por éste, con las que interactúa y de las que depende para poder existir. La carrera industrializadora del sapiens con horizontes “infinitos”, proyectó imaginarios “infinitos” y quiso un desarrollo “infinito” en un mundo “finito”, limitado, con recursos agotables.[3]

Tal panorama presenta a la tierra como nuevo sujeto oprimido, explotado. Las realidades mencionadas y muchos otros signos de muerte, se convierten en el “grito” de un planeta herido que se levanta al cielo y clama por su salvación.

¿Desarrollo sostenible?

Ante la innegable crisis medioambiental[4] surge el llamado desarrollo sostenible, para algunos falacia de las potencias, pseudo-alternativa que pretende mantener la carrera desarrollista y, a la vez, aliviar la crisis ecológica. La situación, así entendida, es insostenible;[5] no se puede hablar de mantener los niveles de desarrollo, industria y contaminación, y pretender a la vez disminuir las consecuencias ambientales; es una “ilógica”.

Mantener el desarrollo y crecimiento económico de las naciones poderosas solo es posible con el detrimento del planeta, la explotación indiscriminada de los recursos, y sobretodo la sostenibilidad de la pobreza y miseria de los países subdesarrollados; “los niveles de desarrollo y consumo de los pueblos más ricos solamente son posibles si se mantiene esta desigualdad radical en el seno de la humanidad, pues los recursos del planeta no son de hecho suficientes para que esos niveles sean universalizados.”[6] Si se pretendiera un nivel de calidad de vida propio de la clase media para toda la humanidad, el planeta simplemente colapsaría, se necesitaría más de un planeta como éste para lograrlo. “La lógica del desarrollo en este sistema imperante contradice la lógica de la sostenibilidad”.[7]

La lógica de la sostenibilidad entendida como sostenibilidad del desarrollo es, además de antiecológica, opresora, pues es sostener un sistema social injusto. Mientras la quinta parte mas rica del planeta posee más del 80% de los ingresos, del comercio mundial, de los préstamos, del ahorro interno y de la inversión, la quinta parte más pobre debe distribuirse menos del 1% de los mismo.[8] Así entendido el desarrollo sostenible es un claro atentado contra el planeta, pero también contra la humanidad, y esa parte de la humanidad más vulnerable.

Si se ha de hablar de sostenibilidad debe incluirse al menos favorecido, a quien lucha en la periferia, al oprimido. Deberá hablarse de sostenibilidad social, de sostenibilidad humana, de sostenibilidad de la vida. Una sostenibilidad entendida como del desarrollo en los términos capitalistas, industriales, es injusta, aberrante, egoísta; en fin, es promoción y perpetuación del pecado estructural que ha hecho metástasis en la sociedad.

Causa de la tierra  – Causa de los pobres (Juzgar)

 

La viuda, el huérfano y el extranjero, pobres del mundo veterotestamentario, vulnerables, oprimidos, tenían algo en común, ese algo que precisamente los hacía pobres: la no posesión de la tierra.[9] En un contexto latinoamericano, con aspiraciones desarrollistas, debe entenderse lo que se ha dicho arriba: quienes reciben el impacto inmediato del abuso de la tierra, los recursos, la contaminación y la industrialización, son los desposeídos, las clases vulnerables, las etnias, los campesinos, los más pobres. Son ellos los primeros desplazados, engañados y perjudicados, y es a quienes el supuesto desarrollo no alcanzará. Pero no solo porque el desarrollo está dirigido a la minoría de las élites, sino porque la pobreza debe existir para que se pueda sostener la riqueza, se hace necesaria la miseria de las mayorías; los campesinos e indígenas están al margen de las políticas de “desarrollo”. De otro lado, está el dolor del dejar la tierra, de salir de su hogar para enfrentarse como extraño, “extranjero”, a un lugar donde no es bienvenido.

La opción por la tierra, es opción por los pobres en dos direcciones. Por un lado se presenta la tierra como sujeto, como pobre, como crucificada. La tierra es madre fértil abusada, marginada, oprimida, necesitada de determinación y salvación, llamada a la resurrección; esta tierra grita, “clama al cielo”, y este clamor es escuchado por Dios.[10] Pero también es una opción por los pobres porque son ellos también parte de la creación que está siendo afrentada; optar por la tierra es optar por todo lo que la contiene, toda forma de vida, por el ser humano que sufre y lucha las consecuencia de un orden mundial injusto. Así entendida, la opción por la tierra es una opción incluyente; es la opción por el sujetos llamados a la liberación, a la promoción y la dignificación. La opción por la tierra es opción por la vida, es opción por el evangelio,[11] es seguimiento de Cristo.

 

Ecoteología: opción por la tierra como lugar teológico[12] (Actuar)

 

Algunos teólogos[13] menosprecian el tema ecoteológico al verlo como un distractor de las verdaderas causas evangélicas y las sentidas necesidades sociales latinoamericanas. Efectivamente, arriesgarse por la reflexión ecoteológica es arriesgarse a ingresar en el mundo de la teorización, de la academia, de lo tangencial. El teólogo latinoamericano deberá comprender que la opción por la Ecoteología, en su contexto vital, necesariamente será una opción por los pobres, los menos favorecidos, los marginados. Pero la apuesta por la Ecoteología es bastante compleja y rica, convirtiéndose ésta en una oportunidad para, desde muchos frentes, aportar en el caminar de la construcción de una epistemología de la Ecoteología[14] y suscitar la conciencia planetaria vital para el contexto contemporáneo.

 

  • Desde el diálogo Interreligioso

 

El aporte ecológico de las diversas religiones es una clara oportunidad para la humanidad. El fenómeno postmoderno ha desatado la vuelta a la conciencia planetaria y a lo religioso.[15] Esta doble conciencia necesita ser canalizada, pues si bien, se da la vuelta a estas dimensiones ambas se dan en lo superficial y en lo individual.[16] Las grandes religiones tienen una rica expresión, simbología, rituales y cercanía con la creación; sus valores y textos incluyen un respeto y reverencia por la tierra, el aire, el fuego, el agua, la montaña, el árbol, el sol, los animales. Desde sus fuentes se entiende el llamado por el equilibrio y convivencia del ser humano con el medio.

Pero no sólo las grandes religiones están llamadas a aportar en la conciencia ecológica. Las formas religiosas nativas-animistas de los antepasados del Continente tienen un aporte relevante en este sentido. Se hace menester rescatar la riqueza espiritual de las religiosidades indígena y africana: el respeto por el medio ambiente, el origen del ser humano de la tierra, la relación armónica con el cosmos, el sentido de amor por la tierra-madre “Pacha mama”, y relatos como el del Popol Vuh.

 

El mundo católico debe rescatar la figura y espiritualidad de Francisco de Asis, quien sostenía una relación fraterna con el medio, los animales, las plantas. Es el llamado a entender a la creación como “otro”, como hermano con quien se interactúa, en definitiva, como sujeto digno de reconocimiento y respeto.

 

Una oportunidad de diálogo interreligioso entorno al tema ecológico tiene su oportunidad en las  7 tareas ecológicas de las religiones[17] a saber:

1.Interpretar la condición humana en el cuadro de la vida planetaria.

2.Desarrollar la conciencia ecológica.

3.Participar de la elaboración de una epistemología ambiental.

4.Promover la ética ecológica personal, comunitaria y global (Boff).

5.Dialogar en conjunto sobre cuestiones ecológicas.

6.Actuar en conjunto acerca de las tareas ecológicas.

7.Re-encantar la naturaleza: no re-mitologizar (contenidos y valores de las mitologías).

 

 

 

  • Desde la Teología de la Liberación

La Teología de la Liberación se presenta como lugar privilegiado de reflexión Ecoteológica al incluir a la tierra como sujeto que sufre, que es explotado y marginado; pero también al entender al pobre como obra de Dios, como culmen de la creación y como destinatario primero de su misión.[18]

Si la sostenibilidad es sinónimo de desarrollo y éste propicia la dinámica de exclusión; la teología latinoamericana deberá ser sinónimo de opción preferencial por los pobre[19] del Continente y promover la liberación de los signos de muertes que son impuestos sobre los pequeños del reino. De esta forma, una verdadera teología de la liberación deberá pronunciarse contra toda forma de perpetuación de la pobreza y contra todo signo de muerte, incluido el desarrollo sostenible entendido como lógica desarrollista. La Ecoteología en Latinoamérica debe entiender a los oprimidos y excluidos como parte de la creación oprimida y excluida.

Entender la tierra como sujeto sufriente es dar paso a un nuevo paradigma cultural; a una nueva forma de entender el ser relacional del ser humano, pues se repiensa la relación ser humano – naturaleza, que a su vez propicia el paso al reconocimiento de una relación socio – ambiental. Así, no será necesario entrar en conflictos que debilitan la praxis: “lo social predomina sobre lo ambiental”, porque se entiende que “lo ambiental incluye lo social”. Se estaría hablando de una ecología social[20]

 

 

  • Desde la Sagrada Escritura: Una Ecoteología bíblica

En la lectura de la Biblia se presenta una oportunidad sin igual para realizar una sensibilización y comprometer a la acción en el ámbito medioambiental. En toda la Sagrada Escritura se encuentra referencia al mundo, la tierra, la creación, las criaturas.

Desde el Génesis con toda su simbología que permite entender la creación como el ordenamiento del caos; al ser humano como administrador (no dueño); la obra de Dios como “buena”, es decir la creación como criatura,[21] llamada a entrar en relación con el hombre y la mujer y proveer su sustento. Pero esta creación también sufre las consecuencias del obrar humano desde antiguo(el Diluvio); la codicia y los planes egoístas del administrador provocan dolor en las entrañas de la misma creación.

El libro del Éxodo muestra un cosmos que acompaña la pascua; que protesta la esclavitud, la injusticia y la opresión con cada una de las plagas; que favorece la huida de la esclavitud con la participación del mar; que acompaña el difícil paso por el desierto con la asistencia del arco iris y la nube, convirtiéndose la creación en signo de la presencia de Dios que guía. Pero, sobretodo la montaña, que se convierte en el signo máximo de la comunicación con Dios, de la donación de su Palabra y del sellamiento del pacto, de la realización de la Alianza.

Los Códigos legales recuerdan al pueblo que el cumplimiento de la Alianza y el ejercicio de la justicia radican en la atención a la viuda, al huérfano y al extranjero; los pobres de Israel, pobres porque no poseen tierra; no heredar tierra en Israel les hace pobres y vulnerables. La tierra es, entonces, signo sensible del don de Dios, de la realización de sus promesas, y quien no la tiene, en los códigos legales, se hace destinatario de la atención de Dios y por tanto del hombre justo. Pero también la tierra debe descansar; el jubileo es también para ella; se le debe permitir recomponerse, regenerar; no se trata de una explotación indiscriminada sino de una relación justa y equilibrada.

La literatura sapiencial recuerda que la creación es obra de Dios, que es su sacramento; que todo habla de él:

“El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.”

(Salmo 18)

Pero también, que la creación es habitada por él:

“Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.”

Salmo 138.

Jesús, con su pedagogía, se vale de la naturaleza para dar a entender su mensaje. Muestra la grandeza del Reino en la pequeñez del grano de mostaza y la levadura; enseña que es más importante la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido valiéndose de las aves y de las flores; enseña a leer los signos de los tiempos en medio de la naturaleza. Su nueva ley es proclamada desde la montaña.

Y en el libro del Apocalipsis. Aquí la creación entera -el sol, la luna, las estrellas- sufre en sus entrañas las consecuencias de la crueldad humana manifestada en la opresión del Imperio Romano a los cristianos; en el martirio y la persecución. Los intereses opresores provocan la reacción de la tierra. Se presenta una relación entre destrucción – transgresión de la ley. Al final, con la caída del poder opresor y signo de muerte nace el cielo nuevo y la tierra nueva. La tierra vuelve a vivir con la libertad y la salvación humana.

En la hermenéutica bíblica se da una oportunidad de evangelización ambiental, de entender la íntima comunión ser humano-creación que desde antiguo el pueblo de Dios entendió. De ver la creación como lo que es: el primer libro de la Revelación de Dios; la creación es el libro de la vida y primera Palabra de Dios: “Y Dios dijo… y vio que era bueno”.

 

 

 

  • Desde la Teología femenina

La creación es el rostro femenino de Dios: la tierra es vida y genera vida, la tierra es fértil, la tierra sostiene al ser humano; el hombre nace de la tierra; la tierra es belleza, es armonía; es femenina. Pero la tierra se presenta hoy como explotada, oprimida, marginada y excluida; lleva en su seno el trasegar de la mujer maltratada, discriminada, abusada, abandonada.

La tierra “madre” que da a luz toda forma de vida se encuentra en la marginalidad, se halla azotada por el olvido de su propio hijo, así como millones de mujeres de América Latina y el Caribe que se encuentran en la soledad, el olvido y la explotación de un sistema que las excluye; que son madre-solteras, que trabajan en condiciones desfavorables, que no pueden acceder a la educación o a un empleo digno; que son prostituidas en el extranjero.

En la teología de género también se encuentra un lugar favorable para la reflexión ecológica, pues estamos hablando del rostro femenino de Dios que está crucificado llamado a la redención. El discurso femenino debe ser más incluyente y aquí se presenta la posibilidad de rescatar el papel de madre que cumple la creación; de recuperarla como sujeto y como lugar teológico, donde se puede hallar a Dios y desde donde Dios se comunica.

Conclusiones

 

  • Los signos de los tiempos reclaman la reflexión Ecoteológica como nuevo paradigma hermenéutico, donde ya no se entienda al hombre como ente aislado dominador sino como parte de una inmensa red de relaciones en movimiento; no dueño que maneja a su antojo una pertenencia, un “algo”, sino un sujeto que contempla a un “alguien”, se relaciona con otro(a); que merece respeto, reciprocidad, alteridad, hermandad y reconocimiento porque tiene dignidad de criatura de Dios.
  • Se hace necesario rescatar la dimensión espacial, pues el fenómeno postmoderno ha privilegiado la dimensión temporal, el aquí y el ahora, que incluso la categoría espacio se ha vuelto difusa, pues cuando habla de “nuestro mundo” o al “mundo de hoy” se está refiriendo a “nuestra época” o a los “tiempos actuales”. Es necesario devolver la categoría espacial de la palabra “mundo” con el fin de propiciar la conciencia planetaria.

 

 

  • Es menester aprender de la sabiduría indígena, campesina, negra, que desde su sabiduría ancestral aprendió a leer la Tierra como lugar teológico; a ver la Tierra como madre. Recuperar el sentido de profundo respeto e interacción con el hábitad, con la comunidad de vida.
  • La Ecoteología invita a repensar la antropología, las representaciones e imágenes de Dios, la Cristología, la escatología, la pneumatología. A pensar una nueva forma de entender las relaciones (Relaciones respetuosas) consigo, los demás, con Dios, con la naturaleza (mundo). A pensar las Re-ligaciones con las fuentes de la vida.
  • La Ecoteología demanda una opción profética por una vida austera de cara al consumismo y la codicia; una actitud propositiva frente a los conflictos estructurales que llevan a la destrucción de nuestro “oikos”, nuestra “casa”; una propuesta por el Desarrollo alternativo: la Agro-ecología, la expansión del cooperativismo. No se trata de estar en contra del desarrollo sino hacerlo inclusivo, humano, social, vital. Impregnar de conciencia los intereses de producción y comercio. En definitiva rescatar el verdadero y profundo significado de la ecología (oikos-logos) y su cercanía y complementariedad con la economía (oikos-nomos).

BIBLIOGRAFÍA

 

 

ACOSTA, Richard. Justicia y Reino de los Cielos en las Bienaventuranzas de Mateo. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. 2007. 160 p.

BOFF, Leonardo. ¿Desarrollo sostenible o sociedad sostenible? En Revista Electrónica Latinoamericana de Teología. http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=185

BOFF, Leonardo. Las 4 ecologías. Producción audiovisual. DVD.

GONZÁLEZ, Antonio. Orden Mundial y liberación. En Revista Electrónica Latinoamericana de Teología. Nº 100. http://www.servicioskoinonia.org/relat/100.htm

MAÇANEIRO, Marcial. Religiões, ecologia e sustentabilidade. Ponencia realizada en el XXI Congreso de la SOTER.

Sagrada Escritura


[1] Ampliación del Taller presentado en la Asamblea Continental de Amerindia realizada en la ciudad de Panamá en julio de 2008.

Publicado inicialmente por Amerindia en http://amerindiaenlared.org/biblioteca/339/ecoteologia-la-opcion-por-la-tierra-como-lugar-teologico/ y por el Foro Mundial de Teología de la Liberación en http://www.wftl.org/pdf/014.pdf

[2] Nacido en Cali (Valle) – Colombia. Licenciado en Ciencias de la Educación – Especialista en Estudios Religiosos de la Universidad De La Salle de Bogotá. Magíster en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Miembro del equipo Amerindia Colombia. Investigador y Docente Universitario.

[3] Cfr. BOFF, Leonardo. Las 4 ecologías. DVD.

[4] Si bien no faltan los gobiernos y pensadores que tachan esta crisis de sofisma distractor y mera formalidad de los ciclos normales del planeta.

[5] En otros estadios se habla de desarrollo humano, de sociedad sostenible, de sostenibilidad de la vida, como posibilidad de generar una reflexión de la humanización de la sostenibilidad, como alternativa de vida, inclusión y dignificación. Aquí desarrollo sostenible hace referencia a continuar la dinámica desarrollista en medio de la crisis ambiental, a establecer estrategias para mantenerla disminuyendo el impacto ecológico.

[6] GONZÁLEZ, Antonio. Orden Mundial y liberación. En Revista Electrónica Latinoamericana de Teología. Nº 100. citando a Ellacuría, I., Utopía y profetismo desde América Latina, en Revista Latinoamericana de Teología http://www.servicioskoinonia.org/relat/100.htm

[7] BOFF, Leonardo. ¿Desarrollo sostenible o sociedad sostenible? En Revista Electrónica Latinoamericana de Teología. http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=185

[8] Cfr. Ibid. GONZALEZ.

[9] Cfr. ACOSTA, Richard. Justicia y Reino de los Cielos en las Bienaventuranzas de Mateo. Pontificia Universidad Javeriana. 2007. p. 42.

[10] Ex 3,7-8a.

[11] “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)

[12] Parte de la reflexión que se presenta en este apartado es fruto de la participación en el XXI Congreso de la SOTER, realizado en Belo Horizonte – MG, Brasil en julio de 2008.

[13] Incluso de la liberación. El mismo Leonardo Boff ha sido cuestionado por sus colegas de causas liberadoras por incursionar y liderar esta nueva reflexión, y lo entienden como una desviación del norte de la causa latinoamericana.

[14] Que no necesariamente bajo ese nombre, ha sido abanderada por Leonardo Boff en múltiples escritos (como Grito de la Tierra, Grito de los Pobres), publicaciones electrónicas (RELAT) y otros trabajos (como Las 4 Ecologías en medio audiovisual).

[15] Si bien no es la vuelta a las instituciones religiosas ni a las formas tradicionales es una oportunidad para las religiones dar significado a las necesidades existenciales y de sentido del nuevo hombre y mujer de la sociedad contemporánea.

[16]  Sentido ecológico romántico y superficial (impulso por salvar una especie o sembrar un árbol para limpiar la conciencia o indignarse ante un derrame de petróleo); y sentido de lo religioso desde lo sincrético e individual (relación personal con lo Trascendente, mezcla de confesionalidad católica con manifestaciones religiosas orientales o incorporación de prácticas supersticiosas, colores, esencias, creencias).

[17] Cfr MAÇANEIRO, Marcial. Religiões, ecologia e sustentabilidade. Ponencia realizada en el XXI Congreso de la SOTER.

[18] Cfr Lc 4, 18-19.

[19] Opción realizada en Mediellín con la Segunda Conferencia del CELAM y ratificada 39 años después en Aparecida durante la V Conferencia.

[20] Cfr. Ibid. BOFF, Las 4 ecologías.

[21] “… y vio Dios que era bueno”